Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo
Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

viernes, 7 de diciembre de 2012

La Inmaculada Concepción de la santísima Virgen María (S). Blanco. 8 de diciembre 2012


La Inmaculada Concepción de la santísima
Virgen María (S). Blanco. 8 de diciembre 2012


Tu Santuario es nuestro Nazaret 181
Oculto en la noche del tiempo

Virgen Inmaculada182
allí tu oración anhelante
urge la aurora de Salvación;
solicita tu respuesta
y donde, por tu Si, se alumbra el mundo
(Hacia al Padre. P. José Kentenich)





CATECISMO DE LA IGLESIA


La Inmaculada Concepción

490 Para ser la Madre del Salvador, María fue "dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante" (LG 56). El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como "llena de gracia" (Lc 1, 28). En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios.
491 A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María "llena de gracia" por Dios (Lc 1, 28) había sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX:«... la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano (Pío IX, Bula Ineffabilis Deus: DS, 2803).

492 Esta "resplandeciente santidad del todo singular" de la que ella fue "enriquecida desde el primer instante de su concepción" (LG 56), le viene toda entera de Cristo: ella es "redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo" (LG 53). El Padre la ha "bendecido [...] con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo" (Ef 1, 3) más que a ninguna otra persona creada. Él la ha "elegido en él antes de la creación del mundo para ser santa e inmaculada en su presencia, en el amor" (cf. Ef 1, 4).

493 Los Padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios "la Toda Santa" (Panaghia), la celebran "como inmune de toda mancha de pecado y como plasmada y hecha una nueva criatura por el Espíritu Santo" (LG 56). Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.

DE LA CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA SOBRE LA IGLESIA

LUMEN GENTIUM


II. Función de la Santísima Virgen en la economía de la salvación

55. Los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento y la Tradición venerable manifiestan de un modo cada vez más claro la función de la Madre del Salvador en la economía de la salvación y vienen como a ponerla delante de los ojos. En efecto, los libros del Antiguo Testamento narran la historia de la salvación, en la que paso a paso se prepara la venida de Cristo al mundo Estos primeros documentos, tal como se leen en la Iglesia y tal como se interpretan a la luz de una revelación ulterior y plena, evidencian poco a poco, de una forma cada vez más clara, la figura de la mujer Madre del Redentor. Bajo esta luz aparece ya proféticamente bosquejada en la promesa de victoria sobre la serpiente, hecha a los primeros padres caídos en pecado (cf. Gen 3, 15). Asimismo, ella es la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo, que se llamará Emmanuel (cf. Is 7,14; comp. con Mi 5, 2-3; Mt1, 22-23). Ella sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que confiadamente esperan y reciben de El la salvación. Finalmente, con ella misma, Hija excelsa de Sión, tras la prolongada espera de la promesa, se cumple la plenitud de los tiempos y se instaura la nueva economía, al tomar de ella la naturaleza humana el Hijo de Dios, a fin de librar al hombre del pecado mediante los misterios de su humanidad.

56. Pero el Padre de la misericordia quiso que precediera a la encarnación la aceptación de la Madre predestinada, para que de esta manera, así como la mujer contribuyó a la muerte, también la mujer contribuyese a la vida. Lo cual se cumple de modo eminentísimo en la Madre de Jesús por haber dado al mundo la Vida misma que renueva todas las cosas y por haber sido adornada por Dios con los dones dignos de un oficio tan grande. Por lo que nada tiene de extraño que entre los Santos Padres prevaleciera la costumbre de llamar a la Madre de Dios totalmente santa e inmune de toda mancha de pecado, como plasmada y hecha una nueva criatura por el Espíritu Santo [176]. Enriquecida desde el primer instante de su concepción con el resplandor de una santidad enteramente singular, la Virgen Nazarena, por orden de Dios, es saludada por el ángel de la Anunciación como «llena de gracia» (cf. Lc 1, 28), a la vez que ella responde al mensajero celestial: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38).

Así María, hija de Adán, al aceptar el mensaje divino, se convirtió en Madre de Jesús, y al abrazar de todo corazón y sin entorpecimiento de pecado alguno la voluntad salvífica de Dios, se consagró totalmente como esclava del Señor a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la redención con El y bajo El, con la gracia de Dios omnipotente. Con razón, pues, piensan los Santos Padres que María no fue un instrumento puramente pasivo en las manos de Dios, sino que cooperó a la salvación de los hombres con fe y obediencia libres. Como dice San Ireneo, «obedeciendo, se convirtió en causa de salvación para sí misma y para todo el género humano» [177]. Por eso no pocos Padres antiguos afirman gustosamente con él en su predicación que «el nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María; que lo atado por la virgen Eva con su incredulidad, fue desatado por la virgen María mediante su fe» [178]; y comparándola con Eva, llaman a María «Madre de los vivientes»[179], afirmando aún con mayor frecuencia que «la muerte vino por Eva, la vida por María» [180].

57. Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte. En primer lugar, cuando María, poniéndose con presteza en camino para visitar a Isabel, fue proclamada por ésta bienaventurada a causa de su fe en la salvación prometida, a la vez que el Precursor saltó de gozo en el seno de su madre (cf. Lc 1, 41-45); y en el nacimiento, cuando la Madre de Dios, llena de gozo, presentó a los pastores y a los Magos a su Hijo primogénito, que, lejos de menoscabar, consagró su integridad virginal [181]. Y cuando hecha la ofrenda propia de los pobres lo presentó al Señor en el templo y oyó profetizar a Simeón que el Hijo sería signo de contradicción y que una espada atravesaría el alma de la Madre, para que se descubran los pensamientos de muchos corazones (cf. Lc 2, 34-35). Después de haber perdido al Niño Jesús y haberlo buscado con angustia, sus padres lo encontraron en el templo, ocupado en las cosas de su Padre, y no entendieron la respuesta del Hijo. Pero su Madre conservaba todo esto en su corazón para meditarlo (cf. Lc 2, 41-51).

58. En la vida pública de Jesús aparece reveladoramente su Madre ya desde el principio, cuando en las bodas de Caná de Galilea, movida a misericordia, suscitó con su intercesión el comienzo de los milagros de Jesús Mesías (cf. Jn 2, 1-11). A lo largo de su predicación acogió las palabras con que su Hijo, exaltando el reino por encima de las condiciones y lazos de la carne y de la sangre, proclamó bienaventurados (cf. Mc 3, 35; Lc 11, 27-28) a los que escuchan y guardan la palabra de Dios, como ella lo hacía fielmente (cf. Lc 2, 29 y 51). Así avanzó también la Santísima Virgen en la peregrinación de la fe, y mantuvo fielmente su unión con el Hijo hasta la cruz, junto a la cual, no sin designio divino, se mantuvo erguida (cf. Jn 19, 25), sufriendo profundamente con su Unigénito y asociándose con entrañas de madre a su sacrificio, consintiendo amorosamente en la inmolación de la víctima que ella misma había engendrado; y, finalmente, fue dada por el mismo Cristo Jesús agonizante en la cruz como madre al discípulo con estas palabras: «Mujer, he ahí a tu hijo» (cf. Jn19,26-27) [182].

59. Por no haber querido Dios manifestar solemnemente el misterio de la salvación humana antes de derramar el Espíritu prometido por Cristo, vemos que los Apóstoles, antes del día de Pentecostés, «perseveraban unánimes en la oración con algunas mujeres, con María, la Madre de Jesús, y con los hermanos de éste» (Hch 1, 14), y que también María imploraba con sus oraciones el don del Espíritu, que en la Anunciación ya la había cubierto a ella con su sombra. Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa original [183], terminado el decurso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial [184] y fue ensalzada por el Señor como Reina universal con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores (cf. Ap 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte [185].

[177] San Ireneo, Ad. haer. III, 22, 4: PG 7, 959 A; Harvey, 2, 123.
[178] San Ireneo, ibid.; Harvey, 2, 124.
[179] San Epifanio, Haer. 78, 18: PG 42, 728CD-729AB.
[180] San Jerónimo, Epist. 22, 21: PL 22, 408. Cf. San Agustín, Serm. 51, 2, 3: PL 38, 335; Serm.232, 2:  1108. San Cirilo Jeros., Catech. 12, 15: PG 33, 741AB. San J. Crisóstomo, In Ps. 44, 7: PG 55, 193. San J. Damasceno, Hom. 2 in dorm. B. M. V. 3: PG 96, 728.
[181] Cf. Conc. Lateranense, año 649, can. 3: Mansi, 10, 1151. San León M., Epist. ad Flav.: PL 54, 759, Conc. Calcedonense: Mansi, 7, 462. San Ambrosio, De instit. virg.: PL 16, 320.
[182] Cf. Pío XII, enc. Mystici Corporis, 29 jun. 1943: AAS 35 (1943) 247-248.
[183] Cf. Pío IX, bula Ineffabilis, 8 dic. 1854: Acta Pii IX, 1, I, p. 616: Denz., 1641 (2803).
[184] Cf. Pío XII, const. apost. Munificentissimus, 1 nov. 1950: AAS 42 (1950); Denz. 2333 (3903). Cf. San J. Damasceno, Enc. in dorm. Dei genitricis hom. 2 y 3: PG 96, 722-762, en especial  728B. San Germán Constantinop., In S. Dei gen. dorm. serm. 1: PG 98 (3), 340-348; serm., 3: 361. San Modesto Hier., In dorm. SS. Deiparae: PG 86 (2); 3277-3312.
[185] Cf. Pío XII, enc. Ad caeli Reginam, 11 oct. 1954: AAS 46 (1954) 633-636; Denz., 3913ss. Cf. San Andrés Cret., Hom. 3 in dorm. SS. Deiparae: PG 97, 1089-1109. San J. Damasceno, De fide orth. IV, 14: PG94, 1153-1161.
[186] Cf. Kleutgen, texto reformado De mysterio Verbi incarnati, c. 4: Mansi, 53, 290. Cf. San Andrés Cret., In nat. Mariae, serm. 4: PG 97, 865A. S. Germán Constantinop., In annunt. Deiparae: PG 98, 321BC. In dorm. Deiparae, III: 361D. San J. Damasceno, In dor

LETANIAS LAURETANAS







EUCOLOGÍA Y EVANGELIO

ANTÍFONA DE ENTRADA      Cfr. Is 61, 10

Desbordo de alegría en el Señor, mi alma se regocija en mi Dios. Porque él me vistió con las vestiduras de la salvación y me envolvió con el manto de la justicia, como una esposa que se adorna con sus joyas.

Gaudens gaudébo in Dómino, et exsultábit ánima mea in Deo meo; quia índuit me vestiméntis salútis, et induménto iustítiæ circúmdedit me, quasi sponsam ornátam monílibus suis.

Esulto e gioisco nel Signore,l'anima mia si allieta nel mio Dio,perché mi ha rivestito delle vesti di salvezza,mi ha avvolto con il manto della giustizia, come una sposa adornata di gioielli.

ORACIÓN COLECTA




Dios nuestro, por la Concepción Inmaculada de la Virgen María preservada de todo pecado, preparaste a tu Hijo una digna morada en atención a los méritos de la muerte redentora de Cristo; concédenos, por su intercesión, que también nosotros lleguemos a ti purificados de todas nuestras culpas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Deus, qui per immaculátam Vírginis Conceptiónem dignum Fílio tuo habitáculum præparásti, quæsumus, ut, qui ex morte eiúsdem Fílii tui prævísa, eam ab omni labe præservásti, nos quoque mundos, eius intercessióne, ad te perveníre concédas. Per Dóminum..
 
O Padre, che nell'Immacolata Concezione della Vergine hai preparato una degna dimora per il tuo Figlio, e in previsione della morte di lui l'hai preservata da ogni macchia di peccato, concedi anche a noi, per sua intercessione, di venire incontro a te in santità e purezza di spirito. Per il nostro...

1ª LECTURA                    
Lectura del libro del Génesis.
Gn 3, 9-15. 20


Después que el hombre y la mujer comieron del árbol que Dios les habría prohibido, el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: “¿Dónde estás?”. “Oí tus pasos por el jardín, respondió él, y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí”. Él replicó: “¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que Yo te prohibí?”. El hombre respondió: “La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo comí de él”. El Señor Dios dijo a la mujer: “¿Cómo hiciste semejante cosa?”. La mujer respondió: “La serpiente me sedujo y comí”. Y el Señor Dios dijo a la serpiente: “Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón”. El hombre dio a su mujer el nombre de Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes. 
Palabra de Dios.

Sal 97, 1-4
R. ¡Canten al Señor un canto nuevo, porque Él hizo maravillas!
Canten al Señor un canto nuevo, porque Él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria.
R.

El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel.
R.

Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor  toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos.
R.

2ª LECTURA                Éf 1, 3-6. 11-12
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso.
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en Él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor. Él nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido. En Él, hemos sido constituidos herederos, y destinados de antemano para ser alabanza de su gloria, según el previo designio del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad.
Palabra de Dios.

ALELUYA   Cfr. Lc 1, 28
Aleluya. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres. Aleluya.

EVANGELIO                
Lc 1, 26-38
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.


El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: « ¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo».
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de
Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».  María dijo al Ángel: « ¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?». El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios». María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra». Y el Ángel se alejó.
Palabra del Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, este sacrificio de salvación que te ofrecemos en la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, y así como a ella tu gracia la preservó limpia de toda mancha, por su intercesión líbranos de todas las culpas. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Salutárem hóstiam, quam in sollemnitáte immaculátæ Conceptiónis beátæ Vírginis Maríæ tibi, Dómine, offérimus, súscipe dignánter, et præsta, ut, sicut illam tua grátia præveniénte ab omni labe profitémur immúnem, ita, eius intercessióne, a culpis ómnibus liberémur. Per Christum.

Accetta, Signore, il sacrificio di salvezza, che ti offriamo nella festa dell'Immacolata Concezione della beata Vergine Maria, e come noi la riconosciamo preservata per tua grazia da ogni macchia di peccato, così, per sua intercessione, fa' che siamo liberati da ogni
colpa. Per Cristo nostro Signore.

PREFACIO
EL MISTERIO DE MARÍA Y DE LA IGLESIA



S. El Señor esté con ustedes.
A. Y con tu espíritu.

S. Levantemos el corazón.
A. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

S. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
A. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Tú preservaste a la Virgen María de toda mancha del pecado original y la enriqueciste con la plenitud de tu gracia, preparándola para que fuera la Madre  digna de tu Hijo y comienzo e imagen de la Iglesia, esposa de Cristo, llena de juventud y de limpia hermosura.
Purísima debía ser la Virgen que nos diera a tu Hijo, el Cordero inocente que quita el pecado del mundo. Purísima la que, para todos los hombres, es ahora
abogada de gracia y modelo de santidad.
Por eso, unidos a los coros de los ángeles, cantamos un himno a tu gloria, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo…

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, Dios nuestro, que el sacramento recibido repare en nosotros las consecuencias de aquella culpa de la que preservaste a la Virgen María en su Concepción Inmaculada. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Sacraménta quæ súmpsimus, Dómine Deus noster, illíus in nobis culpæ vúlnera réparent, a qua immaculátam beátæ Maríæ Conceptiónem singuláriter præservásti. Per Christum.

Il sacramento che abbiamo ricevuto, Signore Dio nostro, guarisca in noi le ferite di quella colpa da cui, per singolare privilegio, hai preservato la beata Vergine Maria, nella sua immacolata Concezione. Per Cristo nostro Signore.











V. Toda hermosa eres, María.
R. Toda hermosa eres, María.


V. Y no hay en ti mancha original
R. Y no hay en ti mancha original.


V. Tu, gloria de Jerusalén.
R. Tu, alegría de Israel.


V. Tu, honra de nuestro pueblo.
R. Tu, abogada de pecadores.


V. Oh Maria.
R. Oh Maria.


V. Virgen prudentísima.
R. Madre clementísma.


V. Ruega por nosotros.
R. Intercede por nosotros a Nuestro Señor Jesucristo



V. Tota pulchra es, Maria.
R. Tota pulchra es, Maria.


V. Et macula originalis non est in te.
R. Et macula originalis non est in te.


V. Tu gloria Ierusalem.
R. Tu laetitia Israel.


V. Tu honorificentia populi nostri.
R. Tu advocata peccatorum.


V. O Maria.
R. O Maria.


V. Virgo prudentissima.
R. Mater clementissima.


V. Ora pro nobis.
R. Intercede pro nobis ad Dominum Iesum Christum. 



Dios te salve, María, llena eres de gracia,
El Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres,
Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amen.

Ave Maria, gratia plena,
Dominus tecum,
Benedicta tu in mulieribus,
Et benedictus fructus ventris tui Iesus.
Sancta Maria mater Dei,
Ora pro nobis peccatoribus, nunc, et in hora mortis nostrae.
Amen

Hail Mary, full of grace,
Our Lord is with thee,
Blessed art thou among women,
And blessed is the fruit of thy womb, Jesus.
Holy Mary, mother of God,
Pray for us sinners, now, and in
The hour of our death.
Amen.

Je vous salue, Marie, pleine de grâce.
Le Seigneur est avec vous.
Vous êtes bénie entre toutes les femmes,
Et Jésus, le fruit de vos entrailles, est béni.
Sainte Marie, Mère de Dieu,
Priez pour nous, pauvres pécheurs,
Maintenant et à l'heure de notre mort.
Amen.

Gegrüßet seist du, Maria, voll der Gnade,
Der Herr ist mit dir.
Du bist gebenedeit unter den Frauen, und gebenedeit ist die Frucht deines Leibes, Jesus. Heilige Maria,
Mutter Gottes,
Bitte für uns Sünder jetzt und in der Stunde
Unseres Todes.
Amen

Ave Maria, piena di grazia,
Il Signore è con te.
Tu sei benedetta fra le donne
E benedetto è il frutto del tuo seno, Gesú.
Santa Maria, Madre di Dio,
Prega per noi peccatori,
Adesso e nell'ora Della nostra morte.
Amen

Avé Maria, cheia de graça,
O Senhor é convosco.
Bendita sois vós entre as mulheres;
Bendito é o fruto do vosso ventre, Jesus.
Santa Maria, mãe de Deus,
Rogai por nós, pecadores,
Agora e na hora da nossa morte.
Amen


ENLACE:
LOS DOGMAS MARIANOS
DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

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